El estrés del emprendedor digital
Parte 1ª: Los factores externos
Entre las muchas razones que hay para tirarse al ruedo del emprendimiento, las mías se basaban en un factor de alejamiento y en otro de acercamiento: alejarme de un mercado laboral por cuenta ajena que desecha a los maduritos y los deja en el banquillo hasta que se jubilan, y acercarme al glamour de ser mi propio jefe y, además, nómada digital. O sea, que puedes trabajar desde cualquier lugar, además de poder elegir tus horarios y calendarios. Interesante idea.
Hasta aquí, todo bien. Buenos motivos para decir: “vamos al lío”. Peeeero…, pasados unos años picando piedra, debo confesar que el asunto se las trae.
Como tengo mi coto de caza en el terreno de juego del estrés, ese territorio del que todo el mundo habla y que pocos entienden con profundidad, quiero reflexionar sobre algunos de los factores de estrés que revolotean como moscas sobre las cabezas de los valientes emprendedores.
Un poco de teoría para orientarnos.
Para abrir boca diré que el estrés es como una nube tóxica que a todos afecta, de la que todo el mundo se queja, y que ni dios sabe cómo hincarle el diente.
Siendo un problema universal con consecuencias nefastas sobre la salud, el equilibrio, la eficacia y la productividad, constato que nadie le mete mano con seriedad. Más bien, lo que veo son recomendaciones generarles sobre el estrés de amplio espectro, algunas valiosas, aunque parciales, y otras simples como el asa de un cubo, fragmentadas e inconexas.
En mi opinión, así no se gestiona un fenómeno tan complejo como el estrés con eficacia. Tan sólo se ponen parches, se compensan desequilibrios a salto de mata, o se intenta detener un sunami con sacos terreros. No. Así no.
Y, entonces, ¿Cómo sí? Pues con un abordaje integral que contemple todos los factores en liza, todas las dimensiones del ser humano (cuerpo, mente y espíritu), y todos los entornos en los que se mueve cada individuo: el laboral, el familiar, el relacionado con el ocio y los amigos, el personal, e incluso el transpersonal.
El estrés es acumulativo y, por lo tanto, todo suma en ese cocktail explosivo que llamamos estrés crónico percibido.
He escuchado en muchas ocasiones a personas decir: “¿estrés yo? No tengo mucho. Ahora estoy tranquilo en el trabajo” ¿Y qué pasa con el resto de entornos? ¿Qué pasa cuando llegas a casa, cuando te juntas con los amigos, o cuando te quedas solo ante el peligro de la preocupación, la rumia y el reconcome?
Como digo muchas veces en Formación Seda Estrés, el curso completo de mi método, el mayor enemigo anda dentro. Si nos gusta el deporte de buscar enemigos peligrosos, no busquemos siempre fuera, “aunque haberlos, haylos”. Miremos dentro, ya que, muy a menudo, el asesino silencioso está en casa, omnipresente veinticuatro horas al día, hiperactivo, agazapado en los pliegues de nuestra conciencia, insertado en el aparato mental que piensa, imagina, anticipa, amplía, extrapola, falsea, predice y promueve los acontecimientos que nos suceden en el mundo exterior.
¿Y por qué sucede esto? Todos los investigadores sobre el estrés están de acuerdo en algo: la reacción de estrés no depende solo de lo que nos sucede sino de la interpretación subjetiva que le damos a lo que nos sucede.
Y ya sabemos que cada cual tiene sus sesgos atencionales e interpretativos propios. Ya sabemos, o deberíamos saber, que “el mapa no es el territorio” y que cada persona interpreta el mundo y todo lo que le sucede desde su concepción subjetiva de la realidad.
Si aceptamos esta idea, debemos preguntarnos qué leches es eso de la gestión positiva del estrés. Buena pregunta. Vamos al lío.
La gestión positiva del estrés es un viaje de aventura y autoconocimiento que te permitirá salir de las tierras bajas del sufrimiento y entrar en territorios más elevados donde se respira mejor, hay mayor sabiduría disponible y mucha más calma, equilibrio y creatividad.
Para este viaje, lo primero que necesitamos es tomar conciencia de la gravedad e importancia del estrés en nuestro mundo. Sin esta sensibilización, nos quedaremos contemplando desde nuestra poltrona cómo el pernicioso estrés arruina nuestras vidas. Una especie de suicidio en diferido por omisión de acción. Vamos, lo que le ocurre a la inmensa mayoría.
Todo el mundo sabe, o más bien intuye, que el estrés mata a largo plazo. Mientras llega el fatídico desenlace, el estrés crónico va minando la salud, crispando las relaciones interpersonales, mermando la eficacia profesional y personal, secando la creatividad, ensombreciendo el humor, marchitando el optimismo y oscureciendo las ganas de vivir.
El que quiera mejorar esta sensibilización y toma de consciencia, puede leer los artículos de mi blog, descargar un ebook gratuito en mi web larutadelacalma.com, ver los videos de mi canal de YouTube y seguirme por redes sociales. Hay infinidad de reflexiones que te abrirán la mente de par en par.
Si hemos abierto la mente y nos hemos acojonado lo suficiente con las consecuencias de un estrés crónico mal gestionado, debemos dar un paso más: saber qué es el estrés. ¿Qué demonios es eso de lo que todo el mundo habla?
He seleccionado un pequeño fragmento de la definición que ofrece el investigador español Luis de Rivera. Dice así: “El estrés es una respuesta automática del organismo ante situaciones que exigen mayor esfuerzo de lo ordinario, o en las que puede suceder algo peligroso, nocivo o desagradable.
Voy a poner esta definición abreviada en relación con una frase de Epícteto que decía: “El hombre no se ve distorsionado por los acontecimientos, sino por la visión que tiene de ellos”.
Por lo tanto, no es tan importante lo que nos sucede (acontecimiento o estresor), como la valoración subjetiva o interpretación que hacemos acerca de lo que nos sucede. Y aquí está la madre del cordero.
Según las ideas que acabo de exponer, basta que valoremos lo que nos sucede, aunque sea una nimiedad, como amenazante, desagradable o nocivo para que se desaten los vientos huracanados de la respuesta de estrés.
Para más cachondeo, a veces se desata una respuesta de estrés cuando no nos pasa nada. La ausencia de estímulos puede ser también una experiencia estresante. Este fenómeno se llama “estrés por omisión” o “estrés negativo”. El que no se lo crea, que revise la incidencia del estrés y la ansiedad durante el confinamiento por la Covid.
En mi opinión, el mecanismo del estrés, el cual ha permitido a la humanidad adaptarse y sobrevivir, está desfasado y necesita urgentemente una actualización. Mientras esto sucede, no nos vendría nada mal asimilar unas cuantas premisas básicas:
El estrés no siempre es un factor negativo y perturbador de la salud. Es un mecanismo de reacción que tenemos todas las personas y que se activa ante una situación para la que no tenemos suficientes recursos con el fin de incrementarlos. En este sentido podría decirse que es “la sal de la vida”. El problema aparece cuando este mecanismo permanece continuamente activado, sin tregua (estrés crónico), ocasionando síntomas y desórdenes muy variados que nos pueden arruinar la vida.
La respuesta de estrés se genera en tu interior. Por lo tanto, tú eres el único responsable de amortiguar, reducir, minimizar, controlar y eliminar esta respuesta. Si no lo haces tú, nadie lo hará.
Existen formas de gestionar el estrés adecuadas, inteligentes y eficaces, como también las hay inadecuadas, ineficaces o estúpidas. Si te equivocas en la elección, lo pagarás caro.
Hecho este breve encuadre teórico, voy a pasar a analizar unos cuantos factores de estrés que afectan a los emprendedores de forma singular. Como hay mucho que contar, voy a dividir este artículo en dos: “El estrés del emprendedor, factores externos” y “El estrés del emprendedor, factores internos”.
Vamos con los factores externos.
Partiendo de la idea de que el estrés se sitúa en la interacción entre el individuo y su entorno, entre el mundo interior y el exterior, debemos preguntarnos en primer lugar por el escenario en el que se mueve nuestro intrépido emprendedor para entender los estresores que le afectan.
Como el tema es complicado de narices, voy a ir al grano para destacar los factores que considero más relevantes, aunque después haya que preguntar a cada individuo por el significado que les otorga. No todos los factores nos afectan por igual, ni mucho menos. Lo que a ti te pone de los nervios, a lo mejor a mí me la suda. Y viceversa.
Si construimos un mapa de factores externos como si fuesen círculos concéntricos, vemos que el más grande podría ser el clima político y social, nacional e internacional en el que vivimos. Ya sabes, guerra en Ucrania, cambios en el tablero geopolítico mundial con sus actores principales exhibiendo el cuchillo entre los dientes, amenazas de pandemias y cambio climático, entre otras.
Todo esto da miedo y reduce la confianza al contemplar el presente y vislumbrar el futuro. Y el miedo se mezcla con preocupación y las respuestas de estrés saltan por los aires como fuegos artificiales en la noche de San Juan.
Caminando desde la periferia hacia el centro, tenemos un segundo círculo que podemos llamar clima económico y laboral. Neoliberalismo salvaje, codicia infinita, recesiones e inflaciones, corrupción y abusos en todas las esquinas… En este tablero también se mueve el intrépido emprendedor con el culo apretado. Más miedo, preocupación y ansiedad. Más estrés que se añade a la coctelera.
Dentro de este círculo podemos meter las trabas burocráticas, el difícil acceso a la financiación y el continuo riesgo de cerrar el chiringuito por falta de recursos económicos e ingresos estables. También podemos meter aquí las prisas, las urgencias, el correo, las redes sociales, el teléfono y demás distractores. Cosa de locos.
Con estos dos círculos no hay más remedio que lidiar como buenamente se pueda, ya que forman parte del paisaje global. Una buena filosofía personal y mucho cuajo ayudan mucho a minimizar los daños.
En el tercer círculo ya nos metemos en un terreno más específico del emprendedor: la necesidad de gestionar bien el tiempo para ser productivos. El emprendimiento es una carrera de fondo donde hay que tener, además de coraje, paciencia, constancia y perseverancia, habilidades para ser productivos y no perder el tiempo miserablemente con las luces de colores, los cantos de sirena y el caos circulante. El que esté libre de estos pecados, que tire la primera piedra.
Aquí meteremos también conceptos tan esenciales como la planificación, el orden y la secuencia con la que abordamos las diferentes fases por las que debe pasar nuestro proyecto. El paquete de respuestas de estrés que produce este círculo supone una brega diaria para todo emprendedor. Si tienes habilidades y ayudas, minimizas el impacto. Si no las tienes, vas todo el día con la lengua fuera y el corazón en un puño.
Y caminando hacia el ojo del huracán, nos encontramos con el cuarto círculo concéntrico: la tecnología del mundo online. Para los que no nacimos con el chip informático instalado, simplemente por haber nacido antes, la lucha que supone aprender lo básico y adaptarte a unos cambios vertiginosos constantes es una pelea a brazo partido donde la cabeza echa humo y resoplas como un búfalo día sí y día también. Estresante y frustrante a partes iguales. Pero no hay otra.
Podría trazar círculos concéntricos hasta el infinito, pero me voy a parar en el quinto: tener recursos y ayudas o no. Me refiero a practicar el Juanpalomismo a palo seco o tener red de apoyo, equipo de colaboradores y followers a mogollón. Vamos, lo que se conoce como sentirse sólo ante el peligro o sostenido y arropado.
Técnicamente hablando, el apoyo social es considerado como una estrategia positiva de afrontamiento y también un factor modulador de la respuesta de estrés. Si percibes que tienes suficiente apoyo social te sentirás más protegido frente al estrés y, si no lo percibes, te sentirás más vulnerable. Así de claro.
Echando la mirada hacia atrás y haciendo autocrítica, descubro que he pecado en exceso de abordar el emprendimiento como un Juan Palomo de manual, aunque también reconozco que también he sabido apoyarme en los que tienen más experiencia y saben de lo que hablan. No he encontrado una única referencia, ya que en la variedad está el gusto.
Para terminar esta primera parte del artículo, citaré a aquellos emprendedores que han sido mis ayudas fundamentales en esta aventura del nomadismo digital. A algunos les he comprado servicios y a otros les he exprimido al máximo sus generosos contenidos gratuitos. Mi agradecimiento infinito a todos ellos.
El primero que apareció en mi horizonte, cuando era un total analfabeto de estos asuntos, fue Antonio G, el creador de Inteligencia Viajera y la Escuela Nómada Digital. Un tipo listo que sabe mucho por su gran curiosidad y su capacidad de aprender y evolucionar. Él me hizo enamorarme de la idea de convertirme en nómada digital. En buen lío me metiste, sin tú saberlo.
El siguiente que apareció bajo los focos fue Oscar Feito. A Oscar le he comprado varios productos e infoproductos, además de seguirle en su maravilloso podcast “La academia de marketing online”. Un estratega de primer nivel.
Otra inestimable ayuda en mi camino de emprendedor digital es la de Omar de la Fuente. Cuando me topé con su Titanes WarPress, me apunté a su membresía y, con su ayuda, pude pasar de tener nulos conocimientos informáticos a diseñarme yo mismo mi propia página web: https://www.larutadelacalma.com. Sin sus cursos y el soporte de su equipo, aún estaría perdido en el desierto de Atacama o en alguna luna de Marte.
A través de Omar conocí a su amiga Laura Ruiz, directora y creadora de CaosCero. Es la mejor experta que he conocido para poner orden en cualquier negocio, especialmente en aquellos aspectos que se te dan grima y pereza. Ya sabes, optimización de equipos, sistemas, finanzas y burocracia. Cuando mi negocio esté a punto de nieve, pediré su ayuda para que me ayude a deslizarme con suavidad por este camino pedregoso.
La última ayuda para mi emprendimiento la he encontrado en Isa y Juanmi. Digo la última porque recientemente me he unido a la Comunidad Más y Mejor que ellos coordinan, aunque les sigo la pista desde hace años. Además del buen rollo que transmiten, son unos auténticos expertos en productividad. Tremendos personajes.
Y aquí detengo mi artículo, anunciando que hay una segunda parte que analizará los factores internos de estrés que afectan especialmente a los emprendedores.
No te lo pierdas. En mi opinión son los más importantes y trascendentes. Sin trabajar nuestro mundo interior, ¿Dónde creemos que vamos en nuestro paso por la vida y en la gestión de nuestro estrés? A ningún sitio.
Autor: Juan Sahorí. Emprendedor tardío, creador de larutadelacalma.com y el Método Seda Estrés. 17/03/2023.