El Yoga. Un antídoto poderoso frente al estrés

Una de las estrategias más eficaces y completas que conozco para reducir y eliminar el estrés es la práctica del yoga.

Aunque habrás escuchado y leído infinidad de opiniones diferentes sobre el yoga, muchas de ellas cargadas de ignorancia y miopía en la mirada, yo me voy a mojar de cuerpo entero y te voy a recomendar encarecidamente el yoga y la meditación como las mejores prácticas posibles para la gestión positiva del estrés. El yoga y la meditación no son cosas diferentes, ya que el yoga incluye a la meditación como ingrediente esencial.

El yoga fue el que me salvo literalmente la vida en mis peores momentos de estrés. Cuando comprobé en carne propia los efectos reguladores del yoga, decidí incrementar mi práctica, me formé como profesor y no he dejado de practicar, impartir clases e investigar. El yoga forma parte esencial de mi vida y tengo la intención de que siga siendo así hasta el final de mis días.

Haciendo una síntesis rápida de lo que el yoga puede ofrecer a la gestión positiva del estrés, puedo afirmar con total convicción que el yoga nos da coraje para hacer frente al estrés, la ansiedad y la depresión, a la vez que nos hace más resistentes, abiertos y conectados.

El yoga atempera el cuerpo, fortaleciéndolo y flexibilizándolo, calma la mente, desbloquea y despierta la energía y nos permite conectar con nuestras necesidades más profundas. Desde un estado así podemos enfrentarnos mucho mejor a los continuos desafíos que nos plantea este mundo cambiante e incierto.

Además, el yoga depura nuestra estructura ética, reorienta positivamente nuestra filosofía personal, purifica la mente y afina el intelecto. Esa es mi experiencia y la de muchas personas a lo largo de los siglos. Si quieres comprobarlo por ti mismo, tendrás que hacer al yoga un hueco en tu agenda, armarte de paciencia y perseverancia y lanzarte a una autoexploración personal.

Los grandes sabios del yoga hablan de esta disciplina milenaria como una “ciencia de la vida”, como el “arte de vivir una vida en armonía”. El yoga no es una técnica más, sino un compendio de sabiduría bien estructurado y testado a lo largo de los siglos por millones de practicantes en todo el mundo.

Este compendio de sabiduría aborda de forma integral todo lo que somos: cuerpo, mente y espíritu, con varias motivaciones fundamentales: ayudar al ser humano a trascender el sufrimiento inherente al hecho de vivir y superar la falsa idea de que somos seres separados y fragmentados. Unir e integrar son conceptos consustanciales al significado de la palabra yoga.

Para no hacer una apasionada tesis doctoral sobre las virtudes del yoga, lo que voy a hacer a continuación es reflejar con claridad cinco problemas derivados del estrés mal gestionado y la solución que aporta el yoga. De esta manera, podrás comprender mejor mi afirmación inicial de que el yoga es una de las mejores disciplinas para mantener el estrés bajo control. En este artículo voy a citar tan sólo beneficios físicos y sociales. Hay más, muchos más y de mayor profundidad.

Algunos efectos nocivos del estrés y la solución del yoga

Primer efecto nocivo del estrés: la sobrecarga de tensión en todo el sistema. Y como resultado de esa sobrecarga vienen las contracturas dolorosas, las emociones desagradables y la horrorosa sensación de estar a punto de estallar.

Como una sobrecarga necesita urgentemente una descarga, la práctica regular del yoga nos facilita una descarga eficaz del exceso de tensión.

Drenar tensiones y crear relajación son objetivos omnipresentes en cada clase de yoga. En este sentido, casi todas las prácticas tienen como efecto inmediato la activación del sistema nervioso parasimpático, con la consiguiente inhibición del simpático, lo que implica que se activan nuestros mecanismos naturales para el descanso, la restauración del organismo y la recarga de energía. Justo lo que necesitamos cuando estamos agarrotados por la tensión y al borde de un ataque de nervios.

El segundo efecto nocivo del estrés también es perfectamente reconocible: el agotamiento de la energía y los consiguientes síntomas de fatiga, debilidad y abatimiento.

¿Quién no ha expresado alguna vez este problema con un “no puedo con mi vida”, “estoy hecho una mierda”, “vivo en un infierno” o “voy tirando como puedo”?

La práctica del yoga despierta, desbloquea y hace circular la energía por nuestro cuerpo con fluidez. A través de la práctica de asana, vinyasa y pranayama, es decir posturas, movimientos conscientes y técnicas de respiración, se incrementa la energía disponible, lo que produce una sensación de mayor vitalidad y claridad mental.

Cualquier practicante de yoga experimenta estas agradables sensaciones al final de una clase: más vitalidad, mayor relajación psicofísica, claridad mental y bienestar general.

Tercer efecto nocivo del estrés. Derivado de los dos anteriores efectos, y como consecuencia de la bola de nieve del estrés crónico, llega la enfermedad precedida por achaques, molestias y quebrantos.

Pues bien, puedo asegurar por experiencia propia que la práctica regular del yoga mejora la salud en general. La salud para esta disciplina milenaria no es solamente la ausencia de enfermedad, sino el funcionamiento armónico de cuerpo, mente y espíritu. Por lo tanto, hablamos de salud integral que aglutina tanto los enfoques preventivos como los terapéuticos o curativos.

El yoga promueve también la conexión con nuestra dimensión más profunda, la limpieza del organismo, la relajación, la concentración, la fluidez y la conciencia corporal. Y todo ello con la permanente idea de equilibrar y armonizar todo lo que somos. Y de ese equilibrio y armonía no es de extrañar que se derive como consecuencia lógica una mejor salud integral.

Con la práctica del yoga físico también desarrollamos un cuerpo flexible y fuerte, con movilidad en todas las articulaciones. Con el control de la respiración revertimos el nocivo patrón hiperventilado propio del estrés, dando a todas las células, tejidos y órganos de nuestro cuerpo el aporte suficiente de oxígeno. Utilizando la respiración consciente también regulamos la energía, mejoramos la coherencia cardíaca y calmamos la mente, entre otros muchos beneficios.

Con el cambio de foco de la atención hacia el interior reducimos los estímulos externos, las amenazas y las preocupaciones. Y esto facilita el que podamos encontrar los momentos de paz que tanto necesitamos.

El cuarto efecto nocivo del estrés deriva de los tres anteriores: el infierno emocional. Ponte en situación: lleno de tensión por los cuatro costados, con las reservas de energía bajo mínimos y la enfermedad clavando sus garras, ¿qué tipo de emociones emergen? Pues las peores que puedas imaginar: miedo, angustia, ansiedad, tristeza, depresión, rabia, frustración… Una pandilla de emociones chungas que te pilla en cualquier esquina y te da un palizón tremendo.

La práctica regular de yoga templa las emociones, genera estados emocionales placenteros, así como sentimientos positivos muy especiales: calma, serenidad, paz interior, unidad, conexión y alegría, entre otros.

El yoga aumenta la sensación de felicidad al incrementar la secreción de varios neurotransmisores alegres, como son la oxitocina y la dopamina. Al mismo tiempo, cualquier práctica de yoga reduce los niveles de cortisol, la llamada hormona del estrés.

El yoga y la meditación aumentan la actividad de la corteza prefrontal derecha, asociada a los estados de ánimo positivos, por lo que convierten a estas prácticas en excelentes antídotos frente a la depresión.

Recientes descubrimientos en neurociencia han demostrado que al activar la atención concentrada se inhiben los circuitos de la emoción. Por esta razón, es habitual sentir las emociones mucho más templadas al practicar yoga y meditación.

Quinto efecto nocivo del estrés: la inconsciencia y los automatismos. Como no entiendes nada de lo que te está pasando, vas al médico bastante asustado y le dices: “Doctor. No sé lo que me pasa, pero estoy muy jodido. Deme algo que me cure rápidamente que tengo muchas cosas que hacer”. Abres la boca, te tragas todas las pastillas que te manden y asunto concluido. El problema es que las causas de tu estrés permanecen en la sombra sin nadie que las vigile.

Uno de los efectos más profundos y valiosos de la práctica del yoga es la ampliación de la consciencia. Al desarrollar y ampliar la consciencia de lo que somos, comenzamos a desactivar los automatismos y los autoengaños y nos instalamos en la ecuanimidad y en la aceptación. A partir de aquí, nos hacemos responsables de nuestra propia vida y empezamos a jugar en otra liga.

En Formación Seda Estrés, el yoga y la meditación tienen un lugar de honor como prácticas altamente recomendables.

Explicados estos cinco enormes beneficios que te puede aportar el yoga en la gestión de tu estrés, termino el artículo avisando de varias ideas erróneas sobre el yoga que circulan por nuestra sociedad cargadas de miopía.

El yoga no un streaching sofisticado donde se aprende a hacer posturitas raras que quedan muy bien en Instagram.

El yoga no es sectario, dogmático ni esotérico. Es más bien un compendio de sabiduría que, aunque surgió en el contexto de la religión hinduista, se ubica en suelo indio en un momento histórico donde convivían pacíficamente varios enfoques filosóficos que se fusionaron entre ellos de forma pacífica y respetuosa.

El yoga es una ciencia de la vida, un arte de vivir en armonía, flexible, adaptable a cualquier cultura. Como dije en el título, el yoga es el mejor antídoto frente al estrés que conozco ya que es mucho más que un manojo de técnicas. Es una ciencia de la buena vida.

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