Los remedios más tontos para reducir el estrés

Remedios absurdos e ineficaces

En los muchos años que llevo recolectando información relevante acerca del estrés y sus circunstancias me he encontrado muy a menudo con remedios, fórmulas y trucos de dudosa eficacia.

Recopilados y analizados estos remedios, he podido detectar diferentes motivaciones entre sus promotores. A veces se intuye una sencilla intención de ganar dinero con lo que sea. En otras ocasiones, la ignorancia mezclada con osadía es la bandera que ondea en lo alto de la propuesta.

Los remedios para el estrés que voy a nombrar no son “ni chicha ni limoná”. Tan sólo llevan la etiqueta anti-estrés por la ocurrencia de algunos.

Mascar chicle

La recomendación de mascar chicle para aliviar el estrés la he encontrado en algunos de esos listados de remedios que mezclan técnicas eficaces con gestos amables como abrazar a alguien, dibujar, poner una esencia floral o tomar un té.

Todo lo citado puede ser agradable y proporcionar un ratito de relax. De ahí a llamarles remedios de urgencia o estrategias eficaces va un mundo.

El peligro está en dar a entender que el estrés se controla con estos sencillos recursos. Si nos quedamos en el maquillaje superficial, a lo mejor no miramos con suficiente determinación a las técnicas, protocolos y estrategias integrales que trabajan sobre el complejo sistema cuerpo, mente y espíritu que somos.

Sólo esta visión global nos va a permitir diseñar un plan de acción personalizado que reduzca, alivie y elimine el estrés nocivo de forma inteligente y eficaz.

Dicho de otro modo: nada que objetar a salpicar nuestra vida de sencillos recursos para drenar tensiones y recargar pilas, siempre y cuando vayamos al fondo del asunto con estrategias integrales serias y potentes.

Por cierto, dudo mucho que a una persona con tensión en la mandíbula a causa del estrés le siente bien darle mordiscos furibundos a una goma de mascar. Incluso una de las causas de esta excesiva tensión en esta zona es precisamente la de mascar chicle.

Más bien, le recomendaría el masaje de un experto en la mandíbula, combinado con técnicas de relajación que actúen sobre el sistema nervioso central.

El anillo antiestrés

Este tonto remedio lo encontré en un herbolario. Cuando vi un anillo dentado en una cesta con la etiqueta de anillo anti-estrés, pregunté por el mecanismo de ese chupete. La dependienta me contestó que te ponías el anillo en un dedo y con un dedo de la otra mano le dabas vueltas.

Ante mi cara de estupefacción y mi pregunta por el efecto anti-estrés de este movimiento, me dijo que mientras estás dándole vueltas al anillo no estás pensando en cosas estresantes.

Si esto es así, lo mismo da rascar anillos, que darle martillazos a un tobillo o hurgarse la nariz. Siempre, claro está, que seamos capaces de no pensar.

El invento en cuestión se merece el calificativo de “tontuna” por razones obvias. Alguien quiere vender anillos a costa de la inocencia del personal.

El gomazo en la muñeca

El siguiente remedio no es una tontería para vender cacharros, sino toda una técnica de la psicología occidental para la detención del pensamiento.

El asunto es el siguiente: cuando nos asaltan esos pensamientos obsesivos, intrusivos y mareantes, esos que no te puedes quitar de la cabeza ni dándoles escobazos, es el momento de hacer algo.

Dentro de las muchas cosas que se pueden intentar está la de ponerse una goma en una muñeca y, cada vez que acuda el pensamiento obsesivo, estirar la goma con la otra mano y pegarte un gomazo que duela. Según los promotores de la técnica, las conductas que se castigan tienden a no repetirse y las que se premian sí.

A mi entender esto es un pelín salvaje, además de poco eficaz. Imagínate que el pensamiento en cuestión viene con una alta carga emocional, lo que suele ser habitual en los pensamientos intrusivos, y que te entregas con frenesí al asunto del gomazo. ¿Qué puede ocurrir? Seguro es que la pobre muñeca se va a quedar en carne viva.

Existe otra gran estrategia que me parece infinitamente más eficaz para el problema en cuestión: bajar la atención de la cabeza al cuerpo. A la mente no se le pueden dar órdenes directas ni mensajes regios del tipo “¿por qué no te callas?”. No hace ni puñetero caso.

A una mente acelerada no se le puede mandar que se ponga firmes con un amenazante tono militar. La estrategia adecuada, a mi parecer, es la vía indirecta a través de la disciplina de la atención concentrada.

Esta es la estrategia preferente que utiliza el yoga y la meditación para calmar y silenciar la mente: concentrarnos en el cuerpo y mantener un flujo continuo e ininterrumpido de atención sobre la postura, la respiración y las sensaciones. Cuanto más tiempo mejor.

De este modo se desarrolla un músculo, el de la atención concentrada, que nos puede dar enormes satisfacciones a lo largo de la vida.

Los remedios supuestamente mágicos

La estupidez que quiero resaltar ahora no es una técnica o recurso en concreto, sino la costumbre marketiniana muy extendida en nuestros tiempos de ponerle la etiqueta de “mágico” a algo.

Si buscas en internet soluciones para el estrés, es muy posible que te encuentres con titulares del tipo “la fórmula mágica”. Mentira. No existen fórmulas mágicas, atajos para vagos, ni purgas de ningún Benito que valga para todo. Mentira.

Ninguna práctica es mágica y te resuelve de un plumazo el complejo fenómeno del estrés. Tan sólo un plan de acción coherente, integral y personalizado puede producir efectos eficaces y duraderos. Este es el desenlace al que lleva Formación Seda Estrés, el curso completo del Método Seda Estrés.

Para terminar esta reflexión sobre los remedios tontos, voy a sintetizar unas afirmaciones para que te ayuden a discriminar con criterio:

  • Algo tan complejo como el estrés no se gestiona con simplezas o reduccionismos, y mucho menos con remedios absurdos.
  • Diseñar una estrategia integral es el único camino inteligente para este propósito.
  • Aunque existen técnicas y recursos válidos para todos, la estrategia integral debe basarse en un diagnóstico y un plan de acción personalizado.
  • El plan de acción personalizado, además de considerar el diagnóstico previo, debe contemplar los factores que prioritariamente afectan a cada persona.

En la Ruta de la Calma encontrarás la guía necesaria para acometer, con orden y concierto, las necesarias tareas de sensibilización, formación, autodiagnóstico, entrenamiento, diseño del plan de acción y seguimiento. Estas ideas están incluidas las letras de SEDA, el Método de gestión integral y desarrolladas en Formación Seda Estrés, el curso completo.

Si los vientos son propicios, allí nos encontraremos para abordar la noble tarea de salir del infierno del estrés y entrar en la normalidad saludable que nos brinda la calma.

Con gestos pequeños, remedios absurdos o fórmulas mágicas no es posible gestionar un fenómeno tan complejo como el estrés. No te lo creas.

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